El ser humano no se hizo en un día, sino tras evoluciones y coevoluciones. El hombre, adaptó su alimentación a los productos disponibles en su entorno, pero también en función de los congéneres con los que compartía sus comidas. De esta larga historia de la alimentación, nacieron comportamientos de consumo que hoy día se ven cuestionados por una multitud de mensajes en materia de salud, medioambiente e incluso de ética. En este contexto, 4 participantes examinaron los comportamientos del hombre ante su alimentación: ayer, hoy y mañana.
En este contexto, Pascal Picq, del Collège de France, nos presenta su opinión como paleoantropólogo: «En dos generaciones, nuestras sociedades han arrasado con los milenios de evolución cultural en relación con los conocimientos de los recursos vegetales y animales de nuestra alimentación y todo lo referente a sus patrones de consumo». Hoy en día, son muchos los que han dejado de ir al mercado, ya no cocinan, no comen en familia, etc. Y, según el especialista, aquí reside el origen del problema de obesidad actual, «consecuencia de una dieta basada en la comida basura, resultante de la desaparición de los aspectos afectivos, sociales y de convivencia vinculados a la alimentación«. Por tanto, el comensal debe reconsiderar la alimentación como un acto social total y global, y no como una mera función.
Pero ser consumidor en 2011 es también ser ciudadano, como recuerda la Dra. Martine Padilla, experta en seguridad alimentaria de poblaciones, hábitos alimentarios y políticas públicas del CIHEAM-IAMM en Montpellier. También nos encontramos ante un dilema en un momento en el que se preconiza la «alimentación sostenible» y el consumidor se enfrenta a opciones —a menudo, cornelianas— entre favorecer el bien común o velar por su propia salud. Con sus numerosas metas de responsabilidad social y medioambiental, y sus deseos de solidaridad económica y de transparencia, el consumidor de hoy en día evoluciona en una confusión culpabilizadora. Duda entre productos locales o importados, verduras de temporada o disponibles todo el año, alimentos ecológicos o convencionales, comer carne o hacerse vegetariano/a. Y en estos diferentes aspectos, incluso los expertos muestran disparidad de opiniones: «A falta de estudios suficientes, a veces las respuestas son contraintuitivas», afirma la socióloga.
Por tanto, está por ver si las ciencias ejercen su función y si la investigación avanza gracias a iniciativas de gran envergadura como el estudio NutriNet-Santé. «Por la cantidad y la calidad de la información recopilada y por el tamaño de la muestra, la cohorte de NutriNet-Santé permitirá elaborar una enorme base de datos sobre nutrición y salud de la población francesa y supondrá una de las mayores bases de datos epidemiológicas del mundo en el ámbito de la salud», declaró el catedrático Serge Hercberg, director de la Unidad de Investigación en Epidemiología de la Nutrición INSERM/INRA/CNAM/París13, que coordina el proyecto. Publicado en mayo de 2009, el estudio francés aspira a seguir a 500 000 sujetos durante diez años, y el equipo continúa incorporando nuevos nutrinautas. Reto: que los franceses se enfrenten cara a cara con su alimentación.