La necesaria transformación de los sistemas agroalimentarios en una mayor sostenibilidad conlleva la manera en qué elegimos y consumimos los alimentos. Este es el tema elegido para el Día Mundial de la Alimentación de 2021 con el fin de sensibilizar e implicar a los ciudadanos.
«Nuestras acciones son nuestro futuro», y por ello, el Día Mundial de la Alimentación de 2021, organizado por las Naciones Unidas, destaca la importancia de la elección de los alimentos y de cómo consumirlos para nuestra salud y la de nuestro planeta. Y es que nuestras elecciones y comportamientos repercuten en el funcionamiento de los sistemas agroalimentarios. Este organismo internacional pretende que todos y cada uno de nosotros seamos conscientes del papel que desempeñan nuestras acciones en la evolución hacia un sistema agroalimentario sostenible, es decir un sistema que nos permita disponer de una diversidad de alimentos nutritivos, variados y saludables suficiente. Dicho de otro modo, el futuro de la alimentación está en nuestras manos.
Un Día Mundial de la Alimentación para pasar a la acción
Los recursos naturales, el medio ambiente y el clima pagan un precio muy alto por nuestra forma de producir, consumir y desperdiciar alimentos. Los sistemas agroalimentarios emplean a 1.000 millones de personas en todo el mundo y contribuyen al cambio climático que, a su vez, amenaza la producción de alimentos en algunos países. Es urgente que evolucionen hacia unos sistemas más sostenibles y que la FAO fomente la agroecología. Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, la FAO destaca también la necesidad de que las ciudades sean más «verdes» con la incorporación de huertos individuales o colectivos, lo que también es una forma de promover una alimentación más saludable y de incorporar a la dieta una mayor cantidad de verduras y vegetales.
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El poder de los consumidores
Los productos alimenticios que elegimos, la manera en que los preparamos, los cocinamos, los conservamos y los consumimos, repercute en el sistema agroalimentario, lo que realza el poder real del consumidor: hablamos de consum-actores, porque todos podemos ser los protagonistas del cambio. Por ejemplo, comprando alimentos más saludables (lo que significa una mayor cantidad de verduras) y reduciendo la compra de productos alimenticios con una elevada huella de carbono (como carne y carnes procesadas), de proximidad y de temporada. Todas estas opciones contribuyen a modelar la oferta, lo que a su vez, influye en la producción para orientarla mejor hacia la satisfacción de las necesidades nutricionales reales y la reducción al mismo tiempo de su impacto medioambiental. El consumidor también tiene el poder de informarse sobre cómo se producen los alimentos y el poder de reducir el desperdicio alimentario en pro de una alimentación sostenible.